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13 mar 2012

POCA VIDA EN UYUNI PUEBLO....

La visita al pueblo de Uyuni fue totalmente fugaz…y, por qué no decirlo, bastante decepcionante. Uyuni, como pueblo, se aprovecha totalmente del Salar y no son capaces de darle un poco de vida y color a la “ciudad”….así que si podéis dedicaros a pasar de largo, pedir dormir en el hotel de sal en Colchane como hicimos nosotros y a la vuelta del tour sencillamente comprar el billete para escapar…así son las cosas…y así intentamos contarlas.

En el pueblo paramos a comprar unos mínimos víveres antes de entrar a la zona Salar. Paramos en el mercadito y ahí tuvimos nuestra primera experiencia real con las fotos y los Bolivianos…la frase exacta fue: “ A mi no me vas a tomar fotos”….y ahí se quedó.


La ciudad tiene 18.000 habitantes y está situada en el Altiplano en el departamento de Potosí y la zona se encuentra entre 3600m y 5000…así que seguíamos, y parece que seguiríamos, todo el día con el gorrito…no solo por el frío sino también por el solazo que pega.
La plaza, las calles, alguna cafetería para turistas y algún que otro lugar para comer churrasco es lo que encontraríamos...




…y cómo todos los lugares tiene su mercadito con lo que ellos llaman “fideos”,  frutas y su carne aireándose. Nada del otro mundo después de lo ya visto.


Entonces….¿Qué hacer en Uyuni mientras pasan las horas? Pues hay un Cementerio de trenes que parece ser lo más interesante del lugar y ahí fuimos a divertirnos un rato…la verdad, es curioso.



El pequeño pueblo de Uyuni fue el primer lugar de Bolivia donde se escucho el silbido de un tren. Allí se tendió la primera línea ferroviaria del país en 1899, que unía Uyuni con Antofagasta. El potencial de las minas de plata de Huanchaca hicieron que el ferrocarril pronto se convirtiera en la columna vertebral del desarrollo industrial. Los trenes partían repletos de plata y, a cambio, en ellos solo regresaban gentes de otros lugares con la intención de subsistir y ganarse la vida. Pero como suele suceder en estos casos, los beneficios fueron a bolsillos extranjeros hasta que otro lugar fue más rentable que Uyuni y, lentamente, los trenes que fueron vida y orgullo de aquellas gentes fueron quedando varados en las solitarias vías muertas de este lugar.


Nosotras, paseamos por ahí mientras simulábamos ser maquinistas de tren, culturistas o niños en el parque.




Cuando ya habíamos dado un par de vueltas, y visto que nadie te cuenta nada de nada, nos fuimos de nuevo a la plaza para esperar el bus dirección Oruro. Es una verdadera pena que no le hayamos encontrado ningún aliciente pero supongo que el nombre siempre pone el listón muy alto!!!


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